MARATON NACIONAL DE LECTURA
27 DE SEPTIEMBRE
GATOPATO Y
LA PRINCESA MONILDA
Una vez, en el bosque de Gulubú, apareció un
Gatopato.
¿Cómo era?
Bueno, con pico de pato u cola de gato. Con un poco de plumas y otro
Poco de pelo. Y tenía cuatro patas, paero en las cuatro calzaba zapatones de
pato.
¿Y cómo hablaba?
Lunes, Miércoles y viernes decía miau.
Martes, jueves y sábado decía cuac.
¿Y los domingos?
Los domingos, el pobre Gatopato se quedaba turulato sin saber que
decir.
Una mañana calurosa tuvo ganas de darse un baño y fue hasta la
laguna de Gulubú. Toda la patería lo
recibió indignada.
- ¿Qué es esto?-
decían los patos-, ¿un pato con cola de gato?
Y como era lunes, el Gatopato contestó miau.
¡Imagínense!
¿Se imaginaron?
Los patos se reunieron en patota y le pidieron amablemente que se
marchara, porque los gatos suelen dañar a los patitos.
Y el pobre Gatopato se fue muy callado, porque si protestaba le iba
a salir otro miau. Caminó hasta un rincón del bosque donde todos los gatos
estaban en asamblea de ronrón, al solcito.
Y como el Gatopato los saludó diciendo miau, lo dejaron estar un
rato con ellos, pero sin dejar de mirarlo fijamente y con desconfianza.
El pobre Gatopato se sintió muy incómodo entre gente tan
distinguida.
Muchos días pasó el pobre completamente turulato y llorando a cada
rato adentro de un zapato.
Y aquí se cuenta la maravillosa Hasta que una tarde pasó por el
bosque la Princesa Monilda, toda vestida de organdí, y lo vio, llorando sin
consuelo, a la sombra de un maní.
- ¡Qué precioso
Gatopato! – dijo la Princesa
- ¿De veras te
parezco lindo, Princesa? – preguntó el Gatopato ilusionado.
- ¡Precioso, ya te
dije! – contestó la Princesa.
- Sin embargo, aquí
en el bosque nadie me quiere – se lamentó el Gatopato.
- Si quieres, yo te
puedo querer – le dijo la Princesa cariñosa.
- Sí, quiero que me
quieras – dijo el Gatopato -, siempre que tú quieras que yo
quiera que me
quieras, Princesa.
- Yo sí que quiero
que quieras que yo te quiera – respondió la Princesa.
- ¡Qué suerte! –
dijo el Gatopato.
- Hacía años que
quería tener un Gatopato en mi palacio – dijo la Princesa.
Y lo alzó delicadamente, le hizo mimos y se lo llevó al palacio,
donde el Gatopato
jugó, trabajó, estudió y finalmente se casó con una Gatapata.
La Princesa cuidó a toda la familia Gatipatil, dándoles todos los
días una rica papilla de tapioca con
crema Chantilly.
Y todos vivieron felices hasta la edad de 99 años y pico.
Y de este modo tan grato...
...se acaba el cuento del Gatopato.
mARÍA eLENA WALSH.